Después de la tormenta llega la calma. Ésta vez es al revés, después de un parón por motivos de logística vuelvo a la carga. Han acontecido muchas experiencias que han avivado numerosas reflexiones.
Que hacer cuando llegas a ese punto muerto. Cuando no sabes hacia donde tirar, ni en que dirección sopla el viento. Cuando parece que no tenemos una salida a un problema y no logramos captar la esencia de esa enseñanza que nos deposita la vida.
Hoy, mi reflexión está vinculada a esos momentos de angustia, esos en los que nos estancamos y nos asentamos sin tener muy claro cuánto tiempo permaneceremos en sus manos.
Cuando nuestra mente divaga en la marea de la incertidumbre es cuando debemos relajarnos, respirar profundamente y no actuar con ligereza. Es el momento de coger la angustia por los cuernos.
Con la mente relajada somos capaces del raciocinio, capaces de engendrar positivismo y de ver la realidad de nuestros actos. Esto nos coloca en el sitio perfecto para afrontar los problemas con un mínimo de garantía.
Mi forma de afrontar es centrar y focalizar mi mente en ese punto de luz que habita mi interior. Ser consciente de que esa luz existe, que es un órgano más de mi ser y que es la clave para darle sentido a todo.
Entrar en mí es entrar en esa luz, penetrar en mi propia esencia y descubrir cómo es el ser que habito. Si descubres como eres tendrás la capacidad consciente de solucionar muchos problemas y empezarás a ver luz en tu camino.
Cuando realizas una reflexión profunda sobre tí mismo, una introspección de tu alma y de tus emociones creas la actitud idónea para solucionar y construir. Es el momento para mover ficha. 🍏🍉