Han pasado un par de meses desde mi última reflexión y he podido tomar nota, asimilar y desmenuzar nuevas experiencias y situaciones que han enriquecido mi evolución.
Por mi intelecto fluyen muchas ideas, unas más interesantes otras meras pasajeras en mi cabeza. Hoy trataré de desmenuzar algunas que desean brotar con mayor ímpetu.
Me considero una persona consciente y bajo mi punto de vista, observar y permanecer alerta, sin ejercer presión a ninguna de las dos partes de la balanza es una tarea titánica.
No ponerse a favor o en contra de opiniones, pensamientos y actos cotidianos me llevan a mantener mi energía en su sitio, algo que hace que mis sentidos puedan seguir en la consciencia.
Mi primera reflexión por lo tanto se la dedico a la observación inerte, algo que muchos la realizan todos los días de su vida, de forma natural y que lo solemos llamar estar en la inopia, aunque éstos la realizan sin consciencia, pero no me refiero a ese tipo de standby, más bien a la forma consciente de observar sin interferir en lo que sucede delante nuestro.
Mantener una posición imparcial mientras observamos cómo interactúan los demás con los acontecimientos. Uff, la de cosas que podemos aprender si nos fijamos en los detalles…
El volumen de la voz de las personas, el estado en el que se encuentran, emocional, físico, mental, nervios, prisa, ego y tantas otras emociones y situaciones diversas que convierten las conversaciones y los actos que se desarrollan en verdaderos despropósitos de la lógica.
Sigo pensando que las personas no son dueñas de sus actos, sino que están influenciadas por la sociedad en que vivimos que las convierte en seres sin empatía hacia el prójimo y capaces de alterar su entorno de formas impredecibles.
Una vez más sigo escribiendo para darme cuenta de las cosas que me afectan, para seguir siendo consciente y no perder el norte, hacer que mi camino sirva para mi evolución y poder soltar lo que capta mi subconsciente, aprovechar mi conexión y no olvidar lo que debo cambiar o aceptar.
El camino es difícil pero siempre hay una vereda mejor, más accesible y con menos baches. La elección es nuestra y aunque la mayoría no sea o no quiera ser consecuente con sus actos y solo alimente su ego, tener los ojos abiertos nos ayuda a encontrar pequeñas joyas que alimentan nuestro alma y nos hacen crecer el corazón.
Termino, recordándome que todo está por alguna razón. El ser consciente tiene el precio de la empatía a todos, incluso nuestra propia empatía, algo que olvidamos con mucha facilidad y que debemos recordarlo siempre. Buen camino y sigue así…