El tiempo pasa y la vida envejece, después de unos meses en standby, volver a escribir me ha resultado bastante extraño.
El pelo a crecido, el color desaparecido, las arrugas han brotado y las pocas ideas que quedan, fluyen de distinta manera…
Un año lleno de vivencias de todo tipo, algunas privadas y otras compartidas, todas con la suficiente intensidad que me han echo reflexionar en más de una ocasión.
Aunque cuesta mucho conectar con el pasado para continuar con el presente y tener alguna posibilidad de ofrecer al futuro, he vuelto “a coger la pluma” para compartir estás experiencias.
Me he dado cuenta, muy a mi pesar, que seguimos siendo demasiado egoístas para ofrecer el tiempo que no tenemos. Ofrecer el que nos sobra es muy fácil.
Es un tiempo sin valor, como el que perdemos viendo la caja tonta y que solo usamos para evadirnos de la realidad.
El tiempo pasa y estamos tan ocupados en esperar el momento que queremos usar para nosotros, que desperdiciamos casi todo el día en falsas esperanzas de disfrutarlo.
Trabajamos esperando salir del trabajo para poder disfrutar de una falsa libertad. Esperamos llegar a casa para tener tiempo libre e invertirlo en hacer cosas interesantes. No nos damos cuenta de que solo vivimos realmente unas pocas horas a la semana.
Vivimos como la sociedad quiere que vivamos, no como nosotros queremos vivir. Nos generamos gastos y deudas que no necesitamos para vivir esas pocas horas de las que disfrutamos a la semana.
Donde quedó trabajar para vivir y no vivir para trabajar, el disfrutar de una noche estrellada, de un paseo de vuelta a casa sin prisa. De un momento de relajación y meditación, para crecer como seres humanos y concienciarnos de lo que realmente importa en la vida…
No tenemos ni tiempo para darnos cuenta que no somos dueños de nuestro tiempo. No vivimos nuestra vida sino la que nos han inculcado de pequeños. Trabaja para comprar casa, coche, tecnología y cada vez más y más cosas materiales, sin ningún valor real.
No nos damos cuenta de que todo lo que no cuesta dinero, es realmente lo que necesitamos. Respirar aire, una buena charla inteligente, un paseo a la luz de las estrellas, una sonrisa, una caricia , un abrazo ,un beso de una persona querida.
Nos hemos metido en un círculo consumista que nubla nuestra mente, nos vuelve egoístas y alimenta en exceso el ego. Solo nos interesa la atención y la aceptación de los demás. Lo que opinan de nosotros, si somos los mejores, los más interesantes, los más deseados y los más influyentes.
Todo imagen, todo humo. Lo que venden son ilusiones que nunca llegan, para que sigamos comprando y jugando a un juego que no sabemos, ni podemos ganar.
Nos hacen vivir la misma vida a todos, la que nos aparta de la evolución y la consciencia para seguir ignorantes de lo que realmente importa.
Un año planteando cambios en mi vida, moviendo ficha y buscando un futuro diferente. Un año siendo consciente de que solo si uno quiere, puede.
Cambiar está al alcance del que lo desea con suficiente fuerza como para cambiar esa actitud de resignación y decide mover ficha…